La colección de relojes de pared de George Nelson es mítica y muy representativa de su estilo y de sus pretensiones. Entre 1948 y 1960 crea una treintena de diseños, la mayoría durante su estancia en la Herman Miller, donde destaca el Ball Clock o reloj bola. Toda la colección pretendía representar el estado anímico de la sociedad de principios de los años cincuenta.